2020-07-17

Juan Carlos Skewes participa en Ciclo de conversaciones Incertidumbre

El académico y director del Magíster en Antropologías Latinoamericanas, conversó con ‘Cambia el Mundo’ en un ciclo de conversaciones que nos invitan a pensar una realidad diferente. Revisa aquí la entrevista.

Y si la pandemia diera la posibilidad de renovarnos: ¿Qué tipo de sociedad nos gustaría ser? El director del Magíster en Antropologías Latinoamericanas de la UAH Juan Carlos Skewes, plantea que después de la pandemia puede haber una posibilidad de cambio. “Hay grupos sociales que están actuando de forma colaborativa y solidaria. Eso es esperanzador”, dice.
Desde su casa en Valdivia, Juan Carlos Skewes autor del libro “La regeneración de la vida en los tiempos del capitalismo: otras huellas en los bosques nativos del centro y sur de Chile”, explica que la pandemia es consecuencia de un desajuste entre el ser humano y los demás seres vivos. Y lo que es una catástrofe, puede ser una oportunidad para pensar nuestra forma de relacionarnos y visualizar un nuevo régimen político y social.
-La incertidumbre se instala en el mundo. ¿Qué fundamentos entrega la antropología para entender mejor este momento?-
– La vida obedece a un principio de incertidumbre y a la imposibilidad de saber si el futuro existe o no. De existir, ese futuro depende tanto de las acciones propias como la de los otros. En todas las sociedades, la incertidumbre es amortiguada, neutralizada y ocultada por los diseños sociales que dan forma a la comunidad, por las religiones y por una serie de mecanismos culturales muy diversos que crean la ilusión de estabilidad, esto es, la ilusión de que el mañana existe de la forma como existió el ayer. Y esa ilusión va a durar lo que las circunstancias siempre imprevistas de la historia determinen. En 1916 el zar Nicolás II se levantó como todos los días, tomó desayuno, hizo su vida y un par de años después, a fuerza de bayonetas, palos y disparos, era asesinado junto su familia. Era el fin del zarismo: lo que se tenía como una institución estable, se esfumó casi con la misma velocidad con que desapareció el imperio socialista que le sucedió y que también se pensaba eterno.
-¿Qué sucede con esos diseños sociales durante una crisis?-
– Los diseños sociales son apuestas o posicionamientos y es muy importante tenerlo presente porque en momentos de crisis se reblandecen, se desarman, caen y resulta que no eran lo que se creía que eran. Si en un determinado momento hay mucho apego a los modelos institucionales y a las certezas que da la sociedad uno queda sin respuesta frente al cambio.
-La antropología invita a interpretar cómo se están mirando los fenómenos y cómo se constituyen en ellos los actores, lo que permite visualizar los posibles derroteros que van a suceder a la pandemia. Aquellos grupos y personas que tienen una relación más flexible con los modelos establecidos, los más tolerantes y más abiertos tienden a tener mayor resiliencia, pueden sortear escenarios inciertos y dan con las respuestas que los momentos exigen. Las viejas conductas no funcionan en los nuevos escenarios, menos en una crisis como la que estamos viviendo.
“El pangolín es expulsado de su hábitat por la depredación humana”
-¿Cómo explicaría usted el coronavirus?-
– Desde la mirada contemporánea de la antropología, lo que hay es una relación inter-especies que aconseja fortalecer el mundo para que humanos, pangolines y murciélagos puedan existir y eventualmente convivir en los medios que resulten más protectores para cada uno de ellos. Lo que tenemos son seres vivos y seres humanos que en su interacción se desajustaron con consecuencias graves para ambos. Esto ocurre cada vez que se debilitan las regulaciones sociales y ambientales que operan a nivel local: tanto el tráfico de animales y la deforestación como la desigualdad social potencian el impacto del virus. Y más que eliminarlo, hay que pensar en cómo convivir con él y hasta qué punto neutralizarlo fortaleciendo justamente las condiciones que regulan las interacciones que son riesgosas.
El ejemplo del pangolín ilustra este punto, aun cuando sea difícil precisar que haya sido el vector intermediario en la transmisión del virus. El pangolín es expulsado de su hábitat por la depredación humana al mismo tiempo que su consumo, reservado para ricos y poderosos, es sintomático de la desigualdad social.
-¿Qué conceptos cree que han quedado fuera y que son necesarios para manejar este desajuste?-
-Uno de ellos es el concepto de la convivencia que ha permitido en otras sociedades enfocar la pandemia de otra manera. Por ejemplo, la ministra de Noruega, Erna Solberg, se reunió sin ningún asesor con los niños y niñas de su país y les preguntó cómo se sentían, qué temores tenían, les compartió sus propios miedos y en ese diálogo empezó a construir una relación horizontal entre un adulto y su comunidad. El tono social y emocional fue muy distinto, propio de un liderazgo centrado en la comunidad y amparado por conceptos como la convivencia.
-En la mayoría de los países donde se detuvo el contagio fueron gobiernos liderados por primeras ministras mujeres. ¿Qué tenían en común? ¿Cuáles fueron las ideas que les inspiraron? Los conceptos de cuidado, de cariño, de respeto y de confianza como ejes fundamentales fueron los orientadores de la política pública. Y es la confianza y el respeto lo que, como lo sugiere la antropología, permite una mejor adecuación de los seres humanos con las demás especies. El intercambio, la reciprocidad y la solidaridad del colectivo son imágenes que invitan a agruparnos y ver cómo en conjunto resolvemos la situación.

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